La muerte de Néstor Carlos Kirchner nos afecta directamente. Su gobierno y el de su compañera y actual presidenta nos dio la posibilidad de pensar la política, de vivirla, de sentirla, como nunca antes lo habíamos hecho. Néstor nos devolvió la discusión y validó con sus acciones y discursos nuestras preocupaciones. Cristina continúa esa transformación de una sociedad que, durante nuestra adolescencia en los años noventa, había logrado niveles de apatía desconcertantes.
Con los Kirchner, el peronismo reapareció como eje central, problema y problemática de la identidad argentina en todas sus formas. Desde hacía décadas que nos faltaba esa pieza. Y reapareció con liturgia, con limitaciones y con equívocos. Pero reapareció de sus manos. Siempre se dice que el anti-peronismo es una fuerza identitaria, igual de potente, o más que el peronismo. Ellos, la oposición, entonces, también deben agradecerles, si quieren un país que pelee siempre por ser más democrático.
Néstor será recordado como un presidente positivo, un hombre de coraje, un maleducado que decía las cosas de frente. Nos caía bien esa frontalidad. Lo vamos a extrañar como actor político y como referente ideológico, por supuesto. Pero sobre todo como autor de una vida política descontracturada y vital, que unía épica y picaresca. Lo vamos a recordar con el saco desabrochado, estrábico, despeinado y arrabalero. Perdemos mucho más que un gran ex presidente y operador político, pero también ganamos un símbolo.
Por todo esto, presidenta de la Nación Dra. Cristina Fernández, le brindamos con este humilde gesto nuestro apoyo y nuestra solidaridad en este momento, marcado para siempre en nuestra memoria privada y política.